La casa en la mañana con la verdad revuelta de sábanas y plumas, el origen del dÃa sin dirección, errante como una pobre barca, entre los horizontes del orden y del sueño.
Las cosas quieren arrastrar vestigios, adherencias sin rumbo, herencias frÃas, los papeles esconden vocales arrugadas
y en la botella el vino quiere seguir su ayer.
Ordenadora, pasas vibrando como abeja tocando las regiones perdidas por la sombra, conquistando la luz con tu blanca energÃa. Y se construye entonces la claridad de nuevo: obedecen las cosas al viento de la vida y el orden establece su pan y su paloma.