las palabras se me caen del cerebro como restos del último incendio...
El camino lo están escribiendo nuestros pasos y esa llamarada ausente de melancolÃa. Siempre la vida se encarga de demostrar que existen instantes para cautivar, cautivarse, ser cautivado por la energÃa, por el tacto, por el olor de la mañana fresca y el asfalto mancillado por el ruido. Sigo aquÃ, deseando que mañana sea otro dÃa para soñar, para cantarle al mundo sus mentiras y esperar el sabor dulce de las lágrimas rodando cuesta abajo.