Que se te enfrÃen las manos, el corazón y los huesos, que se te enfrÃe el sueño bajo la piedra: que no despiertes nunca en el lecho de piedra, hasta que el Sol se apague y la Luna muera. En el oscuro viento morirán las estrellas, y que en el oro todavÃa descanses hasta que YO alce la mano sobre el océano muerto y la tierra reseca.