Yo creo en aerolitos mentales, cosmogonÃas individuales.
Sólo estoy despierto en lo que amo y deseo hasta el punto del terror; todo lo demás no es sino mobiliario amortajado, anestesia cotidiana, cagadas mentales, aburrimiento subreptil de los regÃmenes totalitarios, censura banal y dolor inútil.
Oigo y contemplo a Dios en todos los objetos, aunque no lo entiendo en absoluto. Ni entiendo cómo puede haber alguien más encantador que yo.