La «agonÃa» de GetsemanÃ, como llama san Lucas al trance que vivió Jesús en aquel evento salvÃfico, posee una fuerza extraordinaria de interrogación: «Jesús sufre, por cumplir la Voluntad del Padre... Y yo, que quiero también cumplir la SantÃsima Voluntad de Dios, siguiendo los pasos del Maestro, ¿podré quejarme si encuentro por compañero de camino el sufrimiento? (GetsemanÃ, Prólogo)