No creo que haya igualdad mientras sobre una uña amarillenta, el carácter siga siendo peculiar a cada cual o que las patologÃas o las orientaciones personales permanezcan plurales. A la moralidad perfecta que aspiramos y a la que traicionamos secretamente le exigimos más de lo que puede dar y es inevitable no convertirse en profeta de café o en cÃnico de aula so pena de enseñorearse y asà alcanzar la anhelada fama, el cuerpo y la riqueza de los otros. Que consciente o inconscientemente sometamos al mundo a nuestro eje y que con una mano alimentemos a un animal mientras que con la otra apuñalamos a un hombre por la espalda podremos constatarlo viéndonos al espejo. Y si alguien ingen