si escribo algo sobre mi, se me va a salir cuando me bañe...
Juan y José
sentados contra el muro del frontón
hacÃan planes mientras reponÃan fuerzas.
Dudaban
entre ir a la escuela o al rÃo a pescar,
cuatro cangrejos para la merienda.
Nadie jamás
vio amigos más unidos que esos dos
que a un tiempo descubrieron
el fuego del licor, el brillo del dinero,
el automóvil, el cine y la mujer.
Tibio era el Sol,
ancha la mar
y el mundo aún
por estrenar.
A Juan y a José
se les acabó pronto la niñez
segada con la mies, pisada por los bueyes.
Y mientras José
tomaba los caminos de la mar
el otro le despidió desde el muelle.
Del que se fue
llegaron cartas con olor