Llegamos a esta vida para desarrollarnos, crecer, elevar nuestros estados de conciencia y no para funcionar como seres mec叩nicos que se dejan abatir ante la primera dificultad que se presenta en el camino. Si tenemos que llorar, lloramos, porque eso nos brinda una liberaci坦n emocional muy profunda, renovadora, pero las peores tormentas terminan y luego sale el sol, brillante como un dios revelador que nos muestra los colores de la vida en su m叩xima expresi坦n.
El hombre verdadero aprende de las dificultades. Cuanto mayor sea la soledad y el abandono que cree tener de los dem叩s, mayor ser叩 su fuerza espiritual. La fuerza del esp鱈ritu es el motor de nuestro crecimiento y desarrollo in
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