Las palabras suaves alejan la ira, asà como las palabras bruscas excitan la cólera incluso en un espÃritu amable. El perdón hará que se ablande el corazón más arrogante, del mismo modo que el castigo endurecerá aún al más humilde... No quiero decir con esto que debamos perdonar a todos los criminales sin distinción, porque existe también la maldad incurable y persistente, que no tiene rasgo alguno de bondad...