Y regresé, a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina, y por esas ventas del fino laina, pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaina, volviendome loco, derrochando la bolsa y la vida, la fui poco a poco dado por perdida.Y eso que yo, para no agobiar on flores a Maria, para no asediarla con mi antologia de sabanas frías y alcobas vacías, para no comprarla con bisuteria ni ser el fantoche que va en romería con la cofradia del santo reproche...Tanto la queria, que tarde en aprender a olvidarla, diecinueve dias, y quinientas noches
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