"...Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere. No tengo paciencia para el cinismo, crÃticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza. Perdà la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreÃr para quien no quiere sonreÃrme. Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. Decidà no convivir más con la pretensión, hipocresÃa, deshonestidad y elogios baratos. No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerÃo. No