Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mÃ, la personalidad es una especie de forunculosis anÃmica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo misma, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestÃbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W.C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzada a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me