Si esta mano capaz de apretar con vigor,
cálida y vivaz ahora, yaciera en cambio frÃa
en el silencio helado de la tumba, igualmente
rondarÃa tus dÃas y helarÃa tus sueños,
hasta hacerte ofrecer tu propia sangre, toda,
para animar de nuevo mis arterias,
calmando tu conciencia; aquà la tienes,
mÃrala, te la tiendo...