Si cultivas con excesivo mimo el jardÃn secreto de tu alma, puede llegar a hacerse demasiado exuberante, a desbordar el espacio que le corresponde y, poco a poco, a invadir otras regiones de tu alma que no estaban llamadas a vivir en secreto. Y asà puede ser que tu alma entera acabe convirtiéndose en un jardÃn cerrado y, pese a su esplendor y su perfume, sucumba a su propia soledad.