Yo.
Con el hueco blanquÃsimo de un caballo,
crines de ceniza. Plaza pura y doblada.
Yo.
Mi hueco traspasado con las axilas rotas.
Piel seca de uva neutra y amianto de madrugada.
Toda la luz del mundo cabe dentro de un ojo.
Canta el gallo y su canto dura más que sus alas.
Yo.
Con el hueco blanquÃsimo de un caballo. Rodeado
de espectadores que tienen hormigas en las palabras.
En el circo del frÃo sin perfil mutilado.
Por los capiteles rotos de las mejillas desangradas.
Yo.
Mi hueco sin ti, ciudad, sin tus muertos que comen.
Ecuestre por mi vida definitivamente anclada.
Yo.
No hay siglo nuevo ni luz reciente.
Sólo un caballo azul y una madrugada.
Federico
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