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'' ... en medio de este siglo tan contestadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a vista de esas arquitecturas, de esos negocios, de esa política, de esos hombres ¿cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro, un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los cafés repletos de gente oyendo música fastidiosa y pesada; en los bares, en los grandes lugares de deportes; no puedo entender ni compartir todos estos pla