El luchador experto aguanta insultos; conoce la fuerza de su pu帽o, la habilidad de sus golpes. Ante un oponente desprevenido, le basta mirar al fondo de los ojos para vencerlo sin necesidad de llevar la lucha a un plano f铆sico.
A medida que el guerrero aprende con su maestro espiritual, la luz de la fe tambi茅n brilla en sus ojos, y 茅l no precisa probar nada a nadie. No importan los argumentos agresivos del adversario, diciendo que Dios es una superstici贸n, que los milagros son trucos, que creer en 谩ngeles es huir de la realidad.
Como buen luchador, el guerrero de la luz conoce su inmensa fuerza, pero jam谩s lucha con quien no merece el honor del combate.
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