Estar en este mundo nos hace acreedores, por destino, de cualidades hermosas y defectos profundos...ser acreedores de tales tesoros nos obliga a autoafirmarnos en la expresión de la emoción, las ambiguedades de nuestras propias estructuras mentales, la persecusión de la felicidad...ese soy yo, un Renoir (acaso una obra maestra?) y no un monocromo.
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