Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquà tengo por mÃo
cuanto abarca el mar bravÃo,
a quien nadie impuso leyes.
[...]
Sentenciado estoy a muerte.
Yo me rÃo;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna entena
quizá en su propio navÃo.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo
sacudÃ.