Mido un metro setenta y cinco, una estatura que resultaba bastante impresionante hacia 1780,cuando yo era un joven mortal. Ahora no está mal. Tengo el cabello negro y tupido, largo hasta casi los hombros y bastante lazio, que parece desaparecer bajo una luz fluorescente. Mis ojos son negros pero absorben con facilidad los tonos violáceos de la piel que los rodea. También tengo una nariz fina y larga, y una boca bien formada, aunque resulta demasiado grande para el resto del rostro. Una boca que puede parecer muy mezquina, o extremadamente generosa, pero siempre sensual. Mis emociones y estados de ánimo se reflejan siempre en mi expresión. Mi rostro está continuamente animado.