Hijo mÃo, luz de mi vida, estrella de mi cielo,
mi vida es para ti, tuyo es mi espacio, mi tiempo,
tu, la dicha mas grande que Dios me ha dado,
sin duda, por ti mi vida ha valido la pena…
Entre todos sus ángeles, Dios escogió el mejor,
pedacito de vida, que a mi mundo ya venÃas,
y al tenerte entre mis brazos, desbordante de alegrÃa,
fue el momento más hermoso, más eterno de mi vida…
Ese dÃa, niño mÃo, que tu llegaste a mi mundo,
fue de magia y de sueños, de alegrÃas e ilusiones,
y al mirarte ahà dormido, una lagrima furtiva
escapaba de mis ojos, cual si fuera una chispita…
Hoy, después de desvelos, de llantos, de regaños,
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