Siempre, inclusive en la tragedia, existe la belleza.
Son sus formas tan vagas, que nos parecen impalpables; es su influencia tan rápida, que nos parece nula. Y, sin embargo, no hay expresión de su rostro, palabra de sus labios, ademán de sus manos, quejido de su corazón, lamento de su alma, que no quede grabado en nuestro espÃritu, que no guarde con cuidado el corazón, que no se complazca en representar la fantasÃa...
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