Hay dos dÃas en cada semana que no deben preocuparnos, dos dÃas que no deben causarnos ni tormento ni miedo. Uno es ayer con sus errores e inquietudes, con sus flaquezas y desvÃos, con sus penas y tribulaciones. Ayer se marchó para siempre y está ya fuera de nuestro alcance. Ni siquiera el poder de todo el oro del mundo podrÃa devolvernos el ayer. No podremos deshacer ninguna de las cosas que ayer hicimos; no podremos borrar ni una sola palabra de las que ayer dijimos. Ayer se marchó para no volver.
El otro dÃa que no debe preocuparnos es el mañana con sus posibles adversidades, dificultades y vicisitudes con sus halagadoras promesas ó lúgubres decepciones.
Mañana está fue