Siempre en las despedidas con nostalgia miro hacia el horizonte y quisiera tener un motivo para no extrañar.
Quisiera decirte algo que valiera la pena pero sólo se me ocurre una palabra: GRACIAS. Por tu amabilidad, por la dulzura, por el corazón abierto y aunque sé que nunca nos conocimos ni aunque sea un trozo de la mirada del otro sólo puedo decir gracias.
Tú y yo somos anónimos, seres sin nombre, viajeros, entre las estrellas somos seres sin nombre, polvo sin color. Lo esencial es invisible a la mirada.
La historia personal continuará... la virtual quizá.