Ni la flor que abre su matizada corola al resplandor del sol, ni el lago cuya tranquila pureza retrata el azul firmamento, ni la ave que vuela entre los hermosos rayos de luz, ni el 叩rbol que ostenta bajo el cielo primaveral su pomposa corona de flores, ni cosa creada, en fin, puede compararse e influir deleite semejante en el alma y refregarse en el rostro de un(a) alumno(a) bien educado.
SANTIAGO RUSIOL