Le di un vistazo a la noche, y me invitó a recordar
aquellos momentos en los que la tristeza me llamaba
con sus fúnebres ramos a velar mi felicidad.
Pero como una fuerza venida de otro mundo,
algo luminoso, algo sin igual,
tú, mi amigo fiel gracias por estar; como olvidar
que tú eras mi pañuelo cuando me inundaba en lágrimas...
que tú eras mi confesionario cuando me querÃa descargar...
que tú eras ese castillo impenetrable que de todo lo malo me protegÃa...
que fuiste tú, quien peleó codo a codo conmigo
en aquellas batallas que parecÃan eternas, sin victoria, sin piedad.
Me levantaste cuando me creà muerto, sin esperanza alguna de sobrevivir;
me miraste y con un