Chacal, escoltamos el rastro de los sobrevivientes de las caravanas.
Recogemos las sangrientas cosechas de los campos de batalla.
De ningún cuerpo cadáver se ausentan nuestros flacos vientres.
El hambre nos guÃa hasta la fragancia del viento.
Extranjero, viajero, observa atentamente nuestros ojos y traduce el horrible ladrido de los antiguos perros.
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