Nunca le gustó jugar con los demás niños. EscondÃa bajo la cama una cajita donde guardaba una fotografÃa antigua, un trozo de tiza azul y un par de flores secas. Amarillas.
Por las tardes se divertÃa en el jardÃn de su abuela. A veces era una mariposa, otras un gnomo. A veces un perro. Pero nunca nunca, jugaba a ser una niña.
Y aunque no ladraba, a veces mordÃa.
Y un dÃa se la llevaron en un camión blanco, sentada en la parte de atrás. Sus padres le decÃan adiós, llorosos, con la mano.
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