No opto ni por literatura ni por la vida sino trato de ir y venir de la literatura a la vida, de hacerme mejor lector en la medida en que vivo mejor y vivo más, y de hacerme mejor vividor en la medida en que la lectura ilumina mi vida. Sà hay disputa en mÃ, pero no muy fuerte. Si estoy leyendo un libro y me está fascinando y aparece mi hijo que quiere platicar conmigo, no me cuesta trabajo cerrar el libro y oÃrlo. Eso sà lo he tenido que aprender: con otras personas fingÃa demencia, ni los daba por escuchados. Pero eso se aprende con los años. Ahora sà entiendo que esas intimaciones de la vida no las puede uno posponer.