[..] ecco dunque configurarsi una situazione in cui, da una parte, sembra esserci una madre accogliente e comprensiva [...] dall¡¯altra, [...] una donna indifferente ed estranea, pronta ad irritarsi e ad aggredire il bambino...
[..] l'analista, come l'archeologo, non pu¨° limitarsi ad osservare ci¨° che ¨¨ rimasto del passato [...] entrambi hanno necessit¨¤ di dissotterrare elementi e reperti che possano chiarire il senso di ci¨° che ¨¨ visibile...
La Qualit¨¤ nella scuola non pu¨° essere considerata solo un caso particolare dell'applicazione di principi, metodi e strumenti elaborati in altri contesti produttivi, ma ...
La Comunicazione: base e strumento della relazione medico-paziente.Interazione Clinica
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Vorrei Iniziare parlando del Dott. Gregory House. Per chi non lo conoscesse [...] protagonista di una serie televisiva che ha riscosso notevole sucesso ...
Satan tells Jesus that he is teaching people to do harmful, unethical, and illegal acts like dropping bombs, killing, using weapons, hating others, abusing children, using drugs, drinking, lying, and doing other prohibited things. Satan says he is amusing himself with this. When Jesus asks what Satan will do with people after, Satan replies that he will finish them all. Jesus then asks how much Satan wants for the people, and Satan says he wants all of Jesus' tears and blood in payment. Jesus agrees to the deal and pays the price of humanity's liberty.
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El documento lista varias cosas positivas que las personas pueden hacer durante el resto del a?o, como dormir bien, comer sano, practicar deportes, relajarse, enfrentar nuevos desaf¨ªos, disfrutar de la naturaleza, aprender, mantenerse saludable en cuerpo y mente, y cultivar relaciones significativas.
El c¨¢ncer de p¨¢ncreas se produce cuando c¨¦lulas malignas se forman en el p¨¢ncreas, una gl¨¢ndula en forma de pera de unos seis pulgadas de largo. Para detectar, diagnosticar y establecer el estadio del c¨¢ncer de p¨¢ncreas, se utilizan pruebas como tomograf¨ªas computarizadas, resonancias magn¨¦ticas, biopsias y colangiopancreatograf¨ªas que examinan el p¨¢ncreas.
El documento ofrece consejos sobre la importancia de tomarse tiempo para pensar, jugar, leer, orar, ser amable, re¨ªr, dar y trabajar. Tambi¨¦n se?ala que los pensamientos se convierten en palabras, las palabras en acciones, las acciones en h¨¢bitos, los h¨¢bitos en el car¨¢cter y el car¨¢cter en el destino de una persona. Fue dise?ado por Cristina Jim¨¦nez G. en 2010 con la m¨²sica First Love de Yiruma.
The document lists several locations including golf clubs in Kitzb¨¹hel and houses in Gratz, Wien, Switzerland, and an unnamed location, as well as cities in Istanbul and Bucharest.
Opti Center es una compa?¨ªa hondure?a que ofrece ex¨¢menes de la vista y lentes a precios accesibles directamente en los lugares de trabajo y residencias de los clientes. La compa?¨ªa brinda ex¨¢menes gratuitos, lentes y marcos desde $699 y $999 respectivamente, y ofrece garant¨ªas por un a?o. Opti Center ha realizado campa?as visuales exitosas en varias empresas e instituciones a nivel nacional en Honduras.
El documento habla sobre la alimentaci¨®n y nutrici¨®n. Explica c¨®mo calcular el ¨ªndice de masa corporal, la tasa metab¨®lica basal usando las f¨®rmulas de Henry Benedict, y c¨®mo determinar el valor energ¨¦tico de los alimentos usando tablas de composici¨®n nutricional o calculadoras online. Adem¨¢s, destaca la importancia de considerar el factor de actividad f¨ªsica individual para calcular las necesidades totales de energ¨ªa.
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El documento resume las respuestas de seis grupos de reflexi¨®n sobre temas relacionados con el desarrollo sostenible en el Pa¨ªs Vasco. Identifican problemas como el modelo territorial insostenible, el transporte contaminante, y la falta de integraci¨®n de la sostenibilidad en las pol¨ªticas y empresas. Proponen objetivos como un modelo territorial sostenible, cumplir los acuerdos de Kyoto, y que Euskal Herria lidere la respuesta al desarrollo sostenible. El documento tambi¨¦n establece nuevos grupos de trabajo y una revisi¨®n del conocimiento sobre el
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Questi lucidi sono stati presentati durante due serate di formazioni genitori alla scuola materna di Calvecchia.
Le due serate avevano lo scopo di trattare il significato delle fiabe a livello simbolico e la loro importanza nella crescita cognitiva ed emotiva del bambino.
L'autrice di queste slide ¨¨ la dott.ssa Maria Silvia Guglielmin, psicologa,psicodrammatista (studio in Treviso vicolo biscaro,1) parte dei contenuti di queste slide sono stati ricavati dal libro "il mondo incantato di Bettelheim
[...] Il fumo pu¨° essere affrontato [...] partendo da tre prospettive diverse che potremmo definire: 1) individualistica, 2) relazionale, 3) contestuale...
Il Rapporto con l'utenza: la gestione della comunicazione e dei conflittiInterazione Clinica
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[...] dal latino communicare, "mettere in comune". In questa accezione, il processo comunicativo pu¨° essere visto come un lavoro di costruzione sociale [...] attraverso il quale gli esseri umani condividono il significato da attribuire...
Da un punto di vista generale si pu¨° dire che quasi tutte le psicoterapie brevi, a) fanno riferimento al modello psicoanalitico; b) propongono strategie tecniche al fine di abbreviare la durata del trattamento...
1. LA DIPENDENZA NEGATA:
IL RUOLO DELLE EMOZIONI NELLA RELAZIONE MADRE-BAMBINO
Angelo R. Pennella (*)
Vorrei avviare il mio intervento raccontandovi due piccole situazioni che utilizzer¨° come spunti per
sviluppare una riflessione sul tema della dipendenza.
Iniziamo con la prima.
La vicenda a cui faccio riferimento si ¨¨ consumata, in un tardo pomeriggio invernale, in uno dei
tanti supermercati di Roma ed ha avuto come protagonisti una giovane madre ed il figlio, un
bambino di sette/otto anni. Quando li vidi, la signora era accanto al suo carrello pieno di alimenti
intenta ad osservare i prodotti esposti su uno scaffale. Il figlio le gironzolava intorno. Dopo qualche
istante, il bambino, forse annoiato dal protrarsi della fermata, inizi¨° a sfiorare con le dita alcune
delle confezioni in mostra. La madre, impegnata a valutare etichette e prezzi dei prodotti lo lasci¨°
fare. A questo punto, il bambino inizi¨° a prendere alcune confezioni e a spostarle di posto, attivit¨¤
che divenne sempre pi¨´ frenetica e rumorosa fino a quando un¡¯intera fila di scatole cadde a terra.
Caso volle che proprio in quel momento passasse accanto a loro una commessa. A quel punto la
madre abbandon¨° i prodotti che stava valutando, si chin¨° a raccogliere le confezioni fatte cadere dal
figlio e, mentre le rimetteva in ordine, disse con tono tranquillo e affettuoso: ¡°smettila di fare
disordine altrimenti la signorina si arrabbia e ti caccia via¡±.
Come vi dicevo, si tratta di un piccolo episodio che vorrei tuttavia guardare con il medesimo spirito
con cui Edgar Morin, filosofo francese a cui si devono opere come ¡°Scienza con coscienza¡± (1982),
rispose ad un commensale che gli chiese cosa riusciva a vedere in un semplice calice di vino rosso.
In quella occasione, Morin rispose: ?vedo le particelle dell¡¯atomo, vedo i nuclei dell¡¯elio, vedo la
vigna che ha prodotto quest¡¯uva e poi il Mediterraneo, l¡¯origine della vita e molto altro ancora?.
Ebbene, credo che anche a noi sia possibile vedere o almeno intravedere in quello che vi ho
raccontato qualcosa di pi¨´ che una banale scenetta di vita quotidiana.
In questo senso, forse la prima cosa che possiamo notare ¨¨ il fatto che la madre abbia attribuito
all¡¯altro ¨C nella fattispecie alla commessa ¨C le emozioni di irritazione e fastidio: ¨¨ l¡¯altro, non lei,
che potrebbe arrabbiarsi di ci¨° che fa il figlio ed arrabbiarsi a tal punto da cacciarlo dal super-
mercato. ? come se quelle emozioni, che ci sembrerebbero peraltro comprensibili visti gli oneri
(*)
Psicologo, psicoterapeuta, docente di Psicoterapia presso la Scuola di Specializzazione in Psicologia della Salute,
Facolt¨¤ di Psicologia 1, Universit¨¤ di Roma ¡°La Sapienza¡±.
1
2. materiali ed emotivi che implica l¡¯essere madre, non avessero diritto d¡¯essere all¡¯interno della sua
relazione con il figlio.
Ecco dunque configurarsi una situazione in cui, da una parte, c¡¯¨¨ una madre accogliente e
comprensiva, pronta ad accollarsi l¡¯ulteriore fatica fisica di riordinare gli oggetti fatti cadere dal
figlio, dall¡¯altra, la commessa del supermercato, una donna indifferente ed estranea, pronta ad
irritarsi e ad aggredire il bambino per quell¡¯atto che immette disordine nell¡¯ordine degli adulti.
La scissione mi sembra piuttosto evidente.
Potremmo per¨° vedere anche dell¡¯altro in questa vicenda. La frase della madre delega di fatto la
funzione normativa alla commessa: in effetti ¨¨ questa ultima ad essere chiamata ad esplicitare la
regola violata dal bambino ¨C il famoso ¡°questo non si fa¡± ¨C e ad attivare una possibile punizione.
La delega di cui sto parlando ¨¨ per¨° piuttosto pericolosa perch¨¦ rischia di mostrare la disattenzione,
forse anche l¡¯incapacit¨¤, della madre a gestire i comportamenti disturbanti del figlio, veicolando
cos¨¬ l¡¯idea che la madre stessa dipenda in qualche modo dall¡¯altro, dai suoi giudizi e dalle sue
decisioni.
Ma per quale motivo questa madre non ha richiamato all¡¯ordine il suo bambino?
Certo, potrebbe averlo fatto perch¨¦ sapeva che il figlio era stanco ed annoiato, ma se era questa la
ragione, allora perch¨¦ ventilargli una minaccia cos¨¬ terribile ed esagerata rispetto all¡¯atto quale la
¡°cacciata¡± dal supermercato?
Lasciamo in sospeso queste domande e passiamo alla seconda vicenda.
In questo caso abbiamo una madre trentenne che chiese un aiuto psicologico a fronte della sua forte
preoccupazione di nuocere al figlio: temeva di poterlo aggredire con oggetti d¡¯uso quotidiano come
una scopa, un ferro da stiro, un coltello da cucina. Viveva questa angoscia in modo particolarmente
intenso quando si trovava a casa da sola con lui e specie nei momenti in cui si sentiva stanca ed
oppressa dagli impegni familiari e domestici (il marito sembrava non darle alcun aiuto da questo
punto di vista)1. Nello strenuo tentativo di difendere il suo bambino, questa donna inizi¨° a
nascondere in armadi e cassetti ogni potenziale strumento di offesa. Il suo sforzo risult¨° ovviamente
inutile: tanto pi¨´ occultava gli oggetti, tanto pi¨´ le venivano in mente nuove idee sul modo con cui
gli oggetti si sarebbero potuti trasformare in un¡¯arma.
A prima vista, le due situazioni possono sembrare molto diverse: nel primo caso abbiamo una
madre che risponde con comprensione ed affetto alla birichinata del figlio, nel secondo abbiamo
invece una madre angosciata perch¨¦ teme che gli oggetti possano trasformarsi in potenziali
strumenti di offesa. La questione, tuttavia, ¨¨ che in entrambe la rabbia, l¡¯aggressivit¨¤, la violenza ¨¨
1
Questo caso ¨¨ discusso in modo pi¨´ approfondito in: Grasso. M., Cordella B., Pennella A.R. (2003).
2
3. individuata e riconosciuta solo all¡¯esterno di s¨¦, nell¡¯oggetto, poco importa, a questo punto, che si
tratti di una commessa o di un ferro da stiro.
Mi sembra piuttosto agevole riconoscere in entrambe le situazioni la presenza di meccanismi
difensivi quali la negazione e la proiezione ma anche lo spostamento, operazione mentale con cui si
ha la possibilit¨¤ di risolvere un conflitto emotivo indirizzando l¡¯emozione vissuta nei confronti di un
oggetto verso un oggetto diverso, cosa che ci consente di evitare l¡¯angoscia che si vivrebbe nel caso
in cui fosse mantenuta la direzione originaria (McWilliams, 1974; Lingiardi, Madeddu, 1994).
Ecco quindi che, al di l¨¤ delle loro apparenti differenze, entrambe le madri sembrano non essere in
grado di riconoscere in se stesse il fastidio, l¡¯irritazione, ma anche l¡¯aggressivit¨¤ che le richieste dei
figli sollecitano in loro, cosa che le spinge a collocarle sull¡¯altro: la commessa o il ferro da stiro si
trasformano cos¨¬ in oggetti pericolosi in grado di esprimere ed agire l¡¯aggressione.
Con una scissione che in alcuni casi pu¨° essere anche piuttosto rigida, si posizionano quindi, da un
lato, le emozioni positive (l¡¯amore, la protezione, ecc.), dall¡¯altro quelle negative (il fastidio, la
rabbia, ecc.) e non le si integrano in una rappresentazione complessa di se stessi e dell¡¯altro. Per
dirla in altri termini, queste madri evidenziano l¡¯insostenibilit¨¤ dell¡¯ambivalenza: la compresenza ¨C
nelle relazioni con i figli ¨C di sentimenti, tendenze ed atteggiamenti di segno opposto risulta cio¨¨
talmente intollerabile da attivare meccanismi difensivi tesi a salvaguardare un¡¯autoimmagine
positiva di s¨¦ e della propria funzione genitoriale attraverso l¡¯espulsione di tutto ci¨° che pu¨°
metterla in discussione.
A questo proposito, anche al fine di evitare qualsiasi ambiguit¨¤, desidero sottolineare che
l¡¯ambivalenza in s¨¦ non ¨¨ indice di anormalit¨¤, al contrario, pu¨° essere considerata come l¡¯esito di
un processo evolutivo che ci dona la capacit¨¤ di integrare aspetti diversi e contrastanti dell¡¯oggetto
in un¡¯unica rappresentazione.
L¡¯importanza di tale acquisizione ¨¨ evidente nel bambino quando inizia a riconoscere la madre
come una persona intera e non come una mera appendice della propria persona. In questa fase,
infatti, parallelamente a questa ?mutata percezione dell¡¯oggetto, c¡¯¨¨ un cambiamento fondamentale
nell¡¯Io, perch¨¦, come la madre diventa un oggetto intero, cos¨¬ l¡¯Io del bambino diventa un Io intero,
ed ¨¨ sempre meno scisso nelle sue componenti buone e cattive. L¡¯integrazione, sia dell¡¯Io che
dell¡¯oggetto, procede [quindi] simultaneamente? (Segal, 1964-1973).
Riprendendo il filo del discorso, possiamo quindi pensare che in entrambe le situazioni le madri non
esprimono stanchezza, irritazione e rabbia nei confronti dei figli perch¨¦ tali emozioni appaiono loro
inaccettabili: cos¨¬ facendo non aiutano per¨° se stesse e perdono il contatto con la propria
complessit¨¤ e con quella dei loro stessi figli.
3
4. Se infatti non si ¨¨ in grado di confrontarsi in modo efficace con la propria ambivalenza emotiva e si
tenta di risolverla con l¡¯uso di rigidi meccanismi difensivi, essa pu¨° diventare cos¨¬ intensa da
ingenerare situazioni drammatiche, basti pensare alle molte vicende sentimentali dal tragico epilogo
che vedono come protagonisti adolescenti e giovani adulti. In queste occasioni, essi appaiono
sconvolti dalla forza della propria ambivalenza rispetto all¡¯oggetto: amore ed odio assumono una
tale virulenza da non poter essere elaborati ed integrati. Per molti di questi adolescenti, infatti, ?il
vero problema non ¨¨ riuscire a tollerare la bellezza, la bont¨¤ e la generosit¨¤, ma le nefandezze che
vengono commesse nella contrattazione amorosa [¡] la loro difficolt¨¤ ¨¨ governare la rabbia e la
delusione per gli attacchi che inesorabilmente l¡¯oggetto d¡¯amore porta al suo devoto adoratore?
(Pietropolli Charmet, 2001). In qualche modo, non sono stati abituati a confrontarsi con i limiti, le
condizioni, le frustrazioni che chi ci vuole bene inevitabilmente ¨C a volte anche opportunamente ¨C
ci infligge.
Come disse Ovidio (Amores, III, 11, 35), ?odier¨°, se mi sar¨¤ possibile; altrimenti amer¨° mio
malgrado.?
Ma per quale motivo si dovrebbe vivere una tale difficolt¨¤ a riconoscere e canalizzare le proprie
emozioni negative rispetto ai figli?
La domanda ¨¨ indubbiamente ardua e non ho alcuna velleit¨¤ di proporre una risposta esaustiva, mi
limiter¨° a citare uno dei fattori che credo possano aiutare a comprendere queste situazioni: la
dipendenza.
Anche in questo caso ¨¨ necessario per¨° un chiarimento: il fatto che nella nostra cultura la
dipendenza sia divenuta una sorta di clich¨¦ spesso connotato, come ha osservato Gabbard (1992), in
termini negativi, non significa che essa lo sia realmente. Se da un lato pu¨° essere infatti patologica
la situazione di quelle persone che sviluppano, a causa di una scarsa fiducia in se stesse, un bisogno
spasmodico di appoggiarsi agli altri per essere aiutate, guidate e sostenute anche nelle decisioni
della vita quotidiana, dall¡¯altro ¨¨ per¨° illusorio pensare di poter giungere ad una assoluta
indipendenza dall¡¯oggetto. Al di l¨¤ infatti della ovvia dipendenza materiale che ci lega alla nostra
comunit¨¤, da tempo ¨¨ evidente (Kohut, 1986) che ciascuno di noi ha un costante bisogno di
apprezzamento, stima, considerazione, amore da parte dell¡¯altro perch¨¦ questo ¨¨ il nutrimento
narcisistico che ci consente di sostenerci e di regolare la nostra autostima.
La dipendenza ¨¨ dunque una condizione fondamentale della nostra vita e non pu¨° essere negata in
modo onnipotentistico.
La questione ¨¨ che la dipendenza attiva emozioni complesse e potenti, basti pensare al fatto che essa
ci pone nelle mani dell¡¯altro, ci rende vulnerabili e pu¨° mettere in discussione ogni nostra certezza.
4
5. Vivere la dipendenza significa infatti confrontarsi con la propria capacit¨¤ di ¡°reggere¡± le richieste
dell¡¯altro, di sostenerlo, di offrirgli, per dirla con Winnicott (1965), un holding sufficientemente
adeguato, ma significa anche mettere alla prova la propria capacit¨¤ di porre dei limiti, di definire e
salvaguardare i confini della nostra e dell¡¯altrui identit¨¤. Riconoscere l¡¯altro senza confondersi con
lui, sostenerlo senza viverlo solo come un peso, dare importanza alle sue richieste senza negare le
proprie implica un lavorio cognitivo ed emozionale oneroso che si fonda proprio sulla sostanziale
ambivalenza della relazione.
Ecco quindi spiegata la difficolt¨¤ a confrontarsi e vivere la dipendenza.
In questa prospettiva appaiono perfettamente comprensibili gli sforzi agiti per cancellarla, tentativi
che a volte assumono un carattere estremo giungendo all¡¯annullamento, anche fisico, dell¡¯altro o di
se stessi. In fondo, la madre che aveva paura degli oggetti stava cancellando una parte di s¨¦ ¨C e non
mi riferisco solo alle proprie emozioni negative ¨C pur di non vivere le implicazioni della
dipendenza.
Una modalit¨¤ di negare la dipendenza certamente meno estrema e traumatica, ma non per questo
meno discutibile, ¨¨ quella di imporre all¡¯altro l¡¯autonomia: l¡¯altro deve essere indipendente.
Naturalmente non mi sto riferendo alle strategie che promuovono in modo ¡°fisiologico¡±
l¡¯indipendenza, ma a quelle che in apparenza si propongono di farlo ma che in realt¨¤ sono utilizzate
per negare la dipendenza. Si assiste cos¨¬ a madri ¨C ma anche a padri ¨C che rinviano ai figli scelte
sempre pi¨´ significative: cosa mangiare, come vestirsi, quando e con chi uscire, se dormire o
rimanere svegli, se andare al cinema o no e cos¨¬ via.
Prima che si scatenino le vostre obiezioni vi inviterei a non lasciarvi ingannare dalla seduttivit¨¤ di
questi atteggiamenti. In effetti, un genitore che coinvolge il figlio sulle decisioni della vita
quotidiana sembrerebbe altamente desiderabile: ma chiedereste ad un bambino di tre anni cosa vuol
mangiare a cena? O ad una bambina di otto anni di scegliere con chi uscire? ? ovvio quindi che si
tratta di questioni che si devono contestualizzare, ma ¨¨ questo il problema a cui mi riferivo. Pur di
non vivere le tensioni emotive connesse all¡¯ambivalenza della relazione, si nega la dipendenza, si
attribuisce cos¨¬ forzosamente all¡¯altro autonomia e libert¨¤, sottraendogli per¨° in questo modo ogni
possibilit¨¤ di vivere i propri bisogni di dipendenza e di sviluppare gradualmente ¨C anche grazie a
confronti e conflitti con il genitore ¨C la propria indipendenza: lo si lascia cio¨¨ solo.
Un inciso: avrete notato che mi sto sforzando di non indicare il soggetto della dipendenza. Sebbene
possa apparire scontato ¨C per alcuni aspetti anche autoevidente ¨C attribuire il ruolo dipendente al
figlio, in realt¨¤ ¨¨ anche il genitore ad essere dipendente: in altre parole, ¨¨ la relazione ad essere
connotata sulla dipendenza (anche se questo non significa naturalmente che non vi siano diversit¨¤ di
ruoli e funzioni).
5
6. Ma questo mi consente di concludere con un ampliamento del focus.
Come diceva infatti Winnicott, nel momento in cui riusciamo a confrontarci con l¡¯idea della
dipendenza siamo anche in grado di affrontare il ruolo svolto dalla realt¨¤ esterna.
Le situazioni di cui ho parlato non si sviluppano infatti in un vuoto sociale: la madre del
supermercato cos¨¬ come la paziente vivono in un contesto familiare e sociale che incide in modo
consistente sulle dinamiche emozionali a cui ho fatto cenno. Vi ricorderete che la prima era da sola
al supermercato con il figlio e con il suo carico di spesa mentre la seconda era particolarmente
preoccupata quando era da sola con il figlio e con le sue incombenze familiari: in entrambi i casi c¡¯¨¨
quindi un¡¯assenza.
Senza dilungarmi, mi sembra chiaro che cos¨¬ come nella relazione con i figli si pu¨° tentare di
risolvere la complessit¨¤ emozionale della dipendenza negandola, imponendo in qualche modo una
autonomia che condanna per¨° alla solitudine, anche la societ¨¤ conferisce a queste madri una
indipendenza che nega i loro bisogni e le lascia di fatto sole.
Si viene cos¨¬ a creare una catena di negazioni reciproche ammantante dall¡¯apparenza della libert¨¤ e
della autonomia.
Illuminanti, in questo senso, le parole di Winnicott (1965, p 57): ?si deve notare che le madri
spontaneamente capaci di fornire un¡¯assistenza abbastanza buona possono essere messe nelle
condizioni di far meglio se esse stesse sono assistite in un modo che riconosca la natura essenziale
del loro compito. Le madri che sono capaci di offrire un¡¯assistenza sufficientemente buona non
possono essere rese abbastanza efficienti con delle semplici istruzioni.? (Winnicott, 1965, p. 57) ma
aggiungo io, con una rete di relazioni in cui ¨¨ possibile vivere e confrontarsi concretamente con la
dipendenza e con le emozioni che essa ci suscita.
6
7. BIBLIOGRAFIA
GABBARD G. (1992), Psichiatria psicodinamica, Cortina, Milano.
GRASSO. M., CORDELLA B., PENNELLA A.R. (2003), Metodologia dell¡¯intervento in psicologia
clinica, Carocci, Roma.
KOHUT H. (1986), La cura psicoanalitica, Boringhieri, Torino.
LINGIARDI V., MADEDDU F. (1994), I meccanismi di difesa, Cortina, Milano.
MCWILLIAMS N. (1974), La diagnosi psicoanalitica, trad. it. Astrolabio, Roma, 1999;
MORIN E. (1982), Scienza con coscienza, trad. it. Franco Angeli, Milano, 1984.
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psicoanalisi, Anno I, 1.
SEGAL H. (1964-1973), Introduzione all¡¯opera di Melania Klein, trad. it. Martinelli, Firenze, 1975,
p. 107.
WINNICOTT D.W. (1962), La dipendenza nell¡¯assistenza all¡¯infante e al bambino e nella situazione
analitica, in D.W. Winnicott (1970), Sviluppo affettivo e ambiente, Armando, Roma.
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