Es innumerable las veces que durante la trayectoria de nuestra vida tenemos que despedirnos de la gente que amamos, sea por voluntad propia o porque la vida conspiró para que asà sucediera.
Desde tiempos que quizás recordamos con dificultad como la escuela, el bachillerato, la educación superior, o simplemente al desempeñar algún trabajo, lidiamos a diario con esa persona o grupo de ellas, que poco a poco se ganan nuestro afecto, respeto y admiración, personas a quienes tarde o temprano tenemos que dejar para iniciar un nuevo camino, o bien porque serán ellas quienes emprenderán una nueva ruta.
El desgaste emocional que produce el decir adiós es algo imposible de cuantificar,
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